07 septiembre, 2006

Nube Negra



Es la canción "Nube negra" cantada por Joaquín Sabina

Cuando busco el verano en un sueño vacío,
cuando te quema el frío si me coges la mano,
cuando la luz cansada tiene sombras de ayer,
cuando el amanecer es otra noche helada,

cuando juego mi muerte al verso que no escribo,
cuando sólo recibo noticias de la muerte,
cuando corta la espada de lo que ya no existe,
cuando deshojo el triste racimo de la nada.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los pagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Cuando siento piedad por sentir lo que siento,
cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
cuando la nube negra se acomoda en mi cama,
cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los pagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Mar


Los quince de Florita

Los quince de Florita

Autor: Jorge González Allué ( poeta camagüeyano)


Conste que no es fantasía
lo que les voy a contar:
los personajes son reales,
viven en cualquier lugar,
un matrimonio, la hija,
los quince, evento social.
Fecha y lugar nada importan:
sucede en modesto hogar.

Juan de Dios, deja Bohemia
y no empiece a cabecear.
Hoy te estropeo la siesta
porque tenemos que hablar.
El mes que viene Florita
a los quince va a llegar,
a la edad color de rosa
como dice la jailai
y lo mismo que esa gente
lo vamos a celebrar.

No me vengas que no hay plata,
se la consigue prestá,
y si es preciso se empeña
que Dios nos ayudará.
Sacrificar por los hijos
es ley de la Humanidad,
se debe haber promulgao
desde los tiempos de Adán.

Hay que empezar por la casa.
Hay que dar una lechá
que empiece por la cocina
y termine en el portal.
La gente es muy criticona
y en todo se va a fijar.
Que si la casa está limpia,
que si el adorno floral,
que si el obsequio era bueno,
que si gente era jai,
que si el vestido era cheque,
que patatín, que patatán...
Yo no quiero que mi fiesta
dé motivo a criticar.
El que lo haga que su lengua
se la pise al caminar
de lo larga que la tiene
por el vicio de chismear.

Y volviendo a la pintura:
a Daniel hay que llamar
pues nos sale más barato:
uno le da el material,
se le da almuerzo y comida
y en meno que cante un gallo
ya ´tá la casa pintá.

El problema del vestido
lo tengo resuelto ya:
un modelito precioso:
será de organza rosá
con un escote muy bajo
y con falda acampaná.
Florita etá bien p´a arriba,
pero p´abajo, matá.
Hay que comprar azucenas
para el adorno floral;
los gladiolos e´tán muy caros
y total, lucen igual
con un poco de follaje
y las arecas prestá
que le pida a Domitila.
No me las puede a negar,
porque fui su única amiga
cuando ella se fue a operar.
Favor con favor se paga,
¡y me lo voy a cobrar!

Hay que llevarla al dentista:
tiene tres muelas careá.
No vaya a ser que por eso
nadie la saque a bailar
y sólo por compromiso
dediquen el primer vals,
como es costumbre que siguen
en este evento social.

Lo bailará con Tatito,
que está en la Universidad;
es de muy buena familia
y pronto terminará.
Y puede que hasta se embulle
y la conduzca al altar,
que matrimonio y mortaja
del cielo deben bajar.

La música está resuelta.
Hoy uno puede alquilar
un tocadiscos que toca
doce discos sin parar.
Diremos que la Aragón
no la pudo amenizar
por un contrato que tiene
con una empresa radial
y aunque movimos palanca
no lo pudo cancelar.

Juan de Dios... Juan de Dios...
¡Si se ha dormío...!
¡Si hasta roncando está ya!
¿Qué no me oyó? ¡Peor p´a él,
porque la fiesta se da!
Cuando una madre se empeña
la cosa adelante va,
y aunque el marido no quiera,
no puede dar marcha atrás.
Y los quince de Florita,
¡Se tienen que celebrar!