05 mayo, 2006

Rosa tú, melancólica



El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,

Rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo.


Cuando la madrugada
va el campo humedeciendo,
y el día es como un niño
que despierta en el cielo,
Rosa tú, melancólica,
ojos de sombra llenos,
desde mi estrecha sábana
toco tu firme cuerpo.


Cuando ya el alto sol
ardió con su alto fuego,
cuando la tarde cae
del ocaso deshecho,
yo en mi lejana mesa
tu oscuro pan contemplo.

Y en la noche cargada
de ardoroso silencio,
Rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo,
dorada, viva y húmeda,
bajando vas del techo,
tomas mi mano fría
y te me quedas viendo.

Cierro entonces los ojos,
pero siempre te veo
clavada allí, clavando
tu mirada en mi pecho,
larga mirada fija,
como un puñal de sueño.



Rosa tú, melancólica



El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,

Rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo.


Cuando la madrugada
va el campo humedeciendo,
y el día es como un niño
que despierta en el cielo,
Rosa tú, melancólica,
ojos de sombra llenos,
desde mi estrecha sábana
toco tu firme cuerpo.


Cuando ya el alto sol
ardió con su alto fuego,
cuando la tarde cae
del ocaso deshecho,
yo en mi lejana mesa
tu oscuro pan contemplo.

Y en la noche cargada
de ardoroso silencio,
Rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo,
dorada, viva y húmeda,
bajando vas del techo,
tomas mi mano fría
y te me quedas viendo.

Cierro entonces los ojos,
pero siempre te veo
clavada allí, clavando
tu mirada en mi pecho,
larga mirada fija,
como un puñal de sueño.



"Balada de los dos abuelos" (su voz)



Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis mis dos abuelos.

Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.


Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco!

África de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos...
–¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos...
–¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro...
–¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios...!
–¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia,
sobre el sueño de los monos!


¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenios,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Don Federico me grita
y Taita Facundo calla,
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.

–¡Federico!
¡Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!


Un largo lagarto verde

Por el Mar de las Antillas
(que también Caribe llaman)
batida por olas duras
y ornada de espumas blandas,
bajo el sol que la persigue
y el viento que la rechaza,
cantando a lágrima viva
navega Cuba en su mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua.
Alta corona de azúcar
le tejen agudas cañas;
no por coronada libre,
sí de su corona esclava:
reina del manto hacia fuera,
del manto adentro, vasalla,
triste como la más triste
navega Cuba en su mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua.

Junto a la orilla del mar,
tú que estás en fija guardia,
fíjate, guardián marino,
en la punta de las lanzas
y en el trueno de las olas
y en el grito de las llamas
y en el lagarto despierto
sacar las uñas del mapa:
un largo lagarto verde,
con ojos de piedra y agua.


(Tomado de La paloma de vuelo popular, en Obra poética 1920-1972, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972.)

El Caribe


En el acuario del Gran Zoo,
nada el Caribe.
Este animal
marítimo y enigmático
tiene una cresta de cristal,
el lomo azul, la cola verde,
vientre de compacto coral,
grises aletas de ciclón.
En el acuario, esta inscripción:
«Cuidado: muerde.»

(Tomado de El gran zoo, en Obra poética 1920-1972,
La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972.)

Canción de cuna para despertar a un negrito

"Dórmiti, mi nengre,
mi nengre bonito..."


E. Ballagas


Una paloma
cantando pasa:
—¡Upa, mi negro,
que el sol abrasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa;
ni el cocodrilo
ni la yaguaza,
ni la culebra,
ni la torcaza...
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, mi negro,
que el sol abrasa!

Negrazo, venga
con su negraza.
¡Aire con aire,
que el sol abrasa!
Mire la gente,
llamando pasa;
gente en la calle,
gente en la plaza;
ya nadie queda
que esté en su casa...
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, mi negro
que el sol abrasa!

Negrón, negrito,
ciruela y pasa,
salga y despierte,
que el sol abrasa,
diga despierto
lo que le pasa...
¡Que muera el amo,
muera en la brasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa:
¡coco, cacao,
cacho, cachaza,
upa, mi negro,
que el sol abrasa
!

¿De qué callada manera?


¿De qué callada manera?

Autor: Nicolás Guillén

¿De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo
como si fuerala primavera?
(Yo, muriendo)

¿Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril?

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuerala primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

¿De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo
como si fuerala primavera?
(Yo, muriendo)

SON 16 ( Yoruba soy)

Yoruba soy, lloro en yoruba
lucumí.
Como soy un yoruba de Cuba,
quiero que hasta Cuba suba mi llanto yoruba;
que suba el alegre llanto yoruba
que sale de mí.

Yoruba soy,
cantando voy,
llorando estoy,
y cuando no soy yoruba,
soy congo, mandinga, carabalí.
Atiendan amigos, mi son, que empieza así:

Adivinanza
de la esperanza:
lo mío es tuyo
lo tuyo es mío;
toda la sangre
formando un río.

La ceiba ceiba con su penacho;
el padre padre con su muchacho;
la jicotea en su carapacho.

¡Que rompa el son caliente,
y que lo baile la gente,
pecho con pecho,
vaso con vaso,
y agua con agua con aguardiente!

Yoruba soy, soy lucumí,
mandinga, congo, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que sigue así:

Estamos juntos desde muy lejos,
jóvenes, viejos,
negros y blancos, todo mezclado;
uno mandando y otro mandado,
todo mezclado;
San Berenito y otro mandado,
todo mezclado;
negros y blancos desde muy lejos,
todo mezclado;
Santa María y uno mandado,
todo mezclado;
todo mezclado, Santa María,
San Berenito, todo mezclado,
todo mezclado, San Berenito,
San Berenito, Santa María,
Santa María, San Berenito
todo mezclado!

Yoruba soy, soy lucumí,
mandinga, congo, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que acaba así:

Salga el mulato,
suelte el zapato,
díganle al blanco que no se va:
de aquí no hay nadie que se separe;
mire y no pare,
oiga y no pare,
beba y no pare,
viva y no pare,
que el son de todos no va a parar!


* * * * * * * * * * * * * * * * * * *
¡Yoruba soy, soy lucumí,
mezcla de español y negro
mandinga, congo, carabalí.!

¡... Y a mucha honra!

MAR

Palabras Fundamentales

Autor: Nicolás Guillén
(Poeta camagüeyano)

Haz que tu vida sea
campana que repique
o surco en que florezca y fructifique
el árbol luminoso de la idea.
Alza tu voz sobre la voz sin nombre
de todos los demás, y haz que se vea
junto al poeta, el hombre.

Llena todo tu espíritu de lumbre;
busca el empinamiento de la cumbre,
y si el sostén nudoso de tu báculo
encuentra algún obstáculo a tu intento,
¡Sacude el ala del atrevimiento
ante el atrevimiento del obstáculo!

Mar

Problemas del Subdesarrollo

Monsieur Dupont te llama inculto,
porque ignoras cuál era el nieto
preferido de Víctor Hugo.

Herr Müller se ha puesto a gritar,
porque no sabes el día
¡exacto¿ en que murió Bismark.

Tu amigo Mr. Smith,
inglés o yanqui, yo no lo sé,
se subleva cuando escribes shell.
¡Parece que ahorras una ele,
y que además pronuncias chel!

Bueno ¿y qué?
Cuando te toque a ti,
mándales decir cacarajícara
y que donde está el Aconcagua,
y que quién era Sucre,
y que en qué lugar de este planeta
murió Martí.

Un favor:
que te hablen siempre en español.


* * * * * * * * * * * * * * * * * * *
¡Nunca permitas que te llamen ignorante sólo porque no sabes lo que el resto dice que sabe!
¡Y es que ellos no saben que tu sabes más de lo que ellos creen que saben!

MAR

ALMA MÚSICA

Yo soy borracho. Me seduce el vino
luminoso y azul de la Quimera
que pone una explosión de Primavera
sobre mi corazón y mi destino.

Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo de llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.

Y no porque la vida mi alma muerda
ha de rimar su ritmo mi alma loca:
aun mas que por la mano que la toca
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.

Así, cuando la negra y dura zarpa
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.

Y ya de nuevo en el astral camino
concretara sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía,
o en la alegría musical de un trino.

NEGRO BEMBÓN

¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te dicen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembóm?

Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene, te lo dá tó.

Te queja todavía,
negro bembón;
sin pega y con harina,
negro bembón,
majagua de drí blanco,
negro bembón;
sapato de dó tono,
negro bembón.

Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene, te lo dá tó.

La muralla

Para hacer esta muralla,
Tráiganme todas las manos;
Los negros, sus manos negras,
Los blancos, sus blancas manos.


Ay,
Una muralla que vaya
Desde la playa hasta el monte,
Desde el monte hasta la playa, bien,
Allá sobre el horizonte.

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- Una rosa y un clavel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El sable del coronel...
- ¡Cierra la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- La paloma y el laurel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El alacrán y el ciempiés...
- ¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
Abre la muralla;

Al veneno y al puñal,
Cierra la muralla;

Al mirto y a la yerbabuena,
Abre la muralla;

Al diente de la serpiente,
Cierra la muralla;

Al ruiseñor en la flor,
Abre la muralla...

Alcemos una muralla
Juntando todas las manos;
Los negros, sus manos negras,
Los blancos, sus blancas manos.

Una muralla que vaya
Desde la playa hasta el monte,
Desde el monte hasta la playa, bien,
Allá sobre el horizonte...



No sé porqué piensas tú

No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.

Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.

Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.

Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!


* * * * * * * * * * * * * * * * * *

¡No a la guerra!

MAR

Un son para niños antillanos

Por el Mar de las Antillas
anda un barco de papel:
anda y anda el barco barco,
sin timonel.

De La Habana a Portobelo,
de Jamaica a Trinidad,
anda y anda el barco barco
sin capitán.

Una negra va en la popa,
va en la proa un español:
anda y anda el barco barco,
con ellos dos.

Pasan islas, islas, islas,
muchas islas, siempre más;
anda y anda el barco barco,
sin descansar.

Un cañón de chocolate
contra el barco disparó,
y un cañón de azúcar, zúcar,
le contestó.

¡Ay, mi barco marinero,
con su casco de papel!
¡Ay, mi barco negro y blanco
sin timonel!

Allá va la negra negra,
junto junto al español;
anda y anda el barco barco
con ellos dos.

Prólogo de Sóngoro cosongo

Nicolás Guillén
(1931)

¿Prólogo? Sí. Prólogo...

Pero nada grave, porque estas primeras páginas deben ser frescas y verdes, como ramas jóvenes.

Realmente, yo soy partidario de colocar los prólogos al final, como si fueran epílogos. Y en todo caso, dejar los epílogos para los libros que no tengan prólogo.

Por otra parte, un prólogo ajeno tiene cierta intención provisional de cosa prestada. Después de impreso el libro, el autor que le puso al comienzo unas líneas del amigo debe vivir con el sobresalto de que éste se las pida:

-Dice Menéndez que cuando usted termine con el prólogo. se lo mande...

Y a lo mejor, es para emplearlo en otra obra. Para prestárselo a otro amigo.

Mi prólogo es mío.

Puedo decir, pues -aclarado lo anterior- que me decido a publicar una colección de poemas en virtud de tenerlos ya escritos. En esto soy un poco más honrado que ciertos autores cuando anuncian sus obras sin haber redactado una sola línea de ellas. Casi siempre, dicho anuncio aparece en el primer libro, con un título lleno de goma: «Obras en preparación». Y en seguida, una lista que comprende varios tomos de poesía, crítica, teatro, novela... Todo un mundo de aspiraciones, pero con muy cortas alas para el vuelo.

No ignoro, desde luego, que estos versos les repugnan a muchas personas, porque ellos tratan asuntos de los negros del pueblo. No me importa. O mejor dicho: me alegra. Eso quiere decir que espíritus tan puntiagudos no están incluidos en mi temario lírico. Son gentes buenas, además. Han arribado penosamente a la aristocracia desde la cocina, y tiemblan en cuanto ven un caldero.

Diré finalmente que estos son unos versos mulatos. Participan acaso de los mismos elementos que entran en la composición étnica de Cuba, donde todos somos un poco níspero. ¿Duele? No lo creo. En todo caso, precisa decirlo antes de que lo vayamos a olvidar. La inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de miniaturista desenredar el jeroglífico.

Opino por tanto que una poesía criolla entre nosotros no lo será de un modo cabal con olvido del negro. El negro -a mi juicio- aporta esencias muy firmes a nuestro cóctel. Y las dos razas que en la Isla salen a flor de agua, distantes en lo que se ve, se tienden un garfio submarino, como esos puentes hondos que unen en secreto dos continentes. Por lo pronto, el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: «color cubano».

Estos poemas quieren adelantar ese día.

N. G.
La Habana, 1931.

La canción del bongó

(de Sóngoro Consongo)

Ésta es la canción del bongó:
-Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: Ahora mismo,
otros dicen: Allá voy.
Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son,
cueripardos y almiprietos
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es noche,
por dentro ya oscureció.
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.

En esta tierra, mulata
de africano y español,
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.

Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.

Habrá quien llegue a insultarme,
pero no de corazón;
habrá quien me escupa en público,
cuando a solas me besó...
A ése, le digo:
-Compadre.
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás, la razón,
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy:
ya vendrás de abajo arriba,
¡que aquí el más alto soy yo!



* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Si alguna vez te sintieras
como en este poema el bongó
léelo y reléelo, ¡Grita!
y te sentirás mejor.

MAR