10 septiembre, 2006

García Lorca

Romance de la Luna

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.

Federico García Lorca, 1928




07 septiembre, 2006

Nube Negra



Es la canción "Nube negra" cantada por Joaquín Sabina

Cuando busco el verano en un sueño vacío,
cuando te quema el frío si me coges la mano,
cuando la luz cansada tiene sombras de ayer,
cuando el amanecer es otra noche helada,

cuando juego mi muerte al verso que no escribo,
cuando sólo recibo noticias de la muerte,
cuando corta la espada de lo que ya no existe,
cuando deshojo el triste racimo de la nada.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los pagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Cuando siento piedad por sentir lo que siento,
cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
cuando la nube negra se acomoda en mi cama,
cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los pagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Mar


Los quince de Florita

Los quince de Florita

Autor: Jorge González Allué ( poeta camagüeyano)


Conste que no es fantasía
lo que les voy a contar:
los personajes son reales,
viven en cualquier lugar,
un matrimonio, la hija,
los quince, evento social.
Fecha y lugar nada importan:
sucede en modesto hogar.

Juan de Dios, deja Bohemia
y no empiece a cabecear.
Hoy te estropeo la siesta
porque tenemos que hablar.
El mes que viene Florita
a los quince va a llegar,
a la edad color de rosa
como dice la jailai
y lo mismo que esa gente
lo vamos a celebrar.

No me vengas que no hay plata,
se la consigue prestá,
y si es preciso se empeña
que Dios nos ayudará.
Sacrificar por los hijos
es ley de la Humanidad,
se debe haber promulgao
desde los tiempos de Adán.

Hay que empezar por la casa.
Hay que dar una lechá
que empiece por la cocina
y termine en el portal.
La gente es muy criticona
y en todo se va a fijar.
Que si la casa está limpia,
que si el adorno floral,
que si el obsequio era bueno,
que si gente era jai,
que si el vestido era cheque,
que patatín, que patatán...
Yo no quiero que mi fiesta
dé motivo a criticar.
El que lo haga que su lengua
se la pise al caminar
de lo larga que la tiene
por el vicio de chismear.

Y volviendo a la pintura:
a Daniel hay que llamar
pues nos sale más barato:
uno le da el material,
se le da almuerzo y comida
y en meno que cante un gallo
ya ´tá la casa pintá.

El problema del vestido
lo tengo resuelto ya:
un modelito precioso:
será de organza rosá
con un escote muy bajo
y con falda acampaná.
Florita etá bien p´a arriba,
pero p´abajo, matá.
Hay que comprar azucenas
para el adorno floral;
los gladiolos e´tán muy caros
y total, lucen igual
con un poco de follaje
y las arecas prestá
que le pida a Domitila.
No me las puede a negar,
porque fui su única amiga
cuando ella se fue a operar.
Favor con favor se paga,
¡y me lo voy a cobrar!

Hay que llevarla al dentista:
tiene tres muelas careá.
No vaya a ser que por eso
nadie la saque a bailar
y sólo por compromiso
dediquen el primer vals,
como es costumbre que siguen
en este evento social.

Lo bailará con Tatito,
que está en la Universidad;
es de muy buena familia
y pronto terminará.
Y puede que hasta se embulle
y la conduzca al altar,
que matrimonio y mortaja
del cielo deben bajar.

La música está resuelta.
Hoy uno puede alquilar
un tocadiscos que toca
doce discos sin parar.
Diremos que la Aragón
no la pudo amenizar
por un contrato que tiene
con una empresa radial
y aunque movimos palanca
no lo pudo cancelar.

Juan de Dios... Juan de Dios...
¡Si se ha dormío...!
¡Si hasta roncando está ya!
¿Qué no me oyó? ¡Peor p´a él,
porque la fiesta se da!
Cuando una madre se empeña
la cosa adelante va,
y aunque el marido no quiera,
no puede dar marcha atrás.
Y los quince de Florita,
¡Se tienen que celebrar!










02 septiembre, 2006

Espejo de Paciencia

"Espejo de Paciencia."
de Silvestre de Balboa
(Escritor camagüeyano)

Lo bajé completo del internet.
Lo imprimí y ya lo tengo conmigo para leerlo.
¡Hay que ver lo que puede el internet!
;-)
Mar

01 septiembre, 2006

José de Espronceda

Canción del pirata


Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.

Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas hemos hecho
a despecho del inglés
y han rendido sus pendones
cien naciones a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa, sea cualquiera,
ni bandera de esplendor,
que no sienta mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡Barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas yo divido
lo cogido por igual;
sólo quiero por riqueza
la belleza sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío

Y si caigo, ¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
cuando el yugo del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.




Mar

Rubén Darío


Canción de Otoño en Primavera

¡Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña en este
mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura,
sonreía como una flor.
Era su cabellera oscura,
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño;
ella, naturalmente, fue
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salome...

¡Juventud, divino tesoro
ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer.

La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...

¡Juventud divino tesoro,
te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón,

poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

¡Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretextos de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas, a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...

¡Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!



Mar

De Gloria Fuertes y de Borges



"EL AMOR TE CONVIERTE EN ROSAL"
Gloria Fuertes

El amor te convierte en rosal
y en el pecho te nace
esa espina robusta como un clavo
donde el demonio cuelga su uniforme.

Al tocar lo que amas te quemas los dedos,
y sigues, sigues, sigues hasta abrasarte todo;
después,
ya en pie de nuevo,
tu cuerpo es otra cosa,
...es la estatua de un héroe muerto en algo,
al que no se le ven las cicatrices.



BORGES

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.

El que descubre con placer una etimología.

Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

El ceramista que premedita un color y una forma.

Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada

Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

El que acaricia a un animal dormido.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.